La Oficina de Seguridad del Internauta define las contraseñas que utilizamos en los diferentes servicios de Internet como “las llaves de acceso a nuestra información personal”. Si alguien las consigue o las descifra puede verse comprometida nuestra privacidad y actuar en nuestro nombre. Desde este organismo perteneciente al INCIBE nos recuerdan que toda contraseña debe ser: secreta, robusta, no repetida y cambiada periódicamente.
No compartir las contraseñas con nadie
Cuando dices tus claves a otra persona deja de ser secreta con la posibilidad de que accedan a tus datos privados.
Crear contraseñas robustas
Deben estar formadas como mínimo por ocho caracteres que incluyan: mayúsculas, minúsculas, números y símbolos. Para recordarlas es útil seguir alguna regla mnemotécnica.
No utilizar la misma contraseña en diferentes accesos
Lo ideal es disponer de una clave para cada servicio y no la misma para todas las cuentas.
Tener cuidado con las preguntas de seguridad
Solo tu deberás saber la respuesta.
Usar gestores de contraseñas
Existen programas sencillos de manejar para aquellas personas que no son capaces de memorizar las contraseñas o para las personas que gestionan un gran número de claves.
Evita…
- Palabras sencillas.
- Nombres propios.
- Lugares.
- Fechas de nacimiento.
- Combinaciones muy cortas.
Es importante señalar que hay aplicaciones diseñadas para probar millones de contraseñas por minuto. De ahí que cuanto mayor sea la longitud, menor será la probabilidad de averiguar una contraseña. También influirá lo fuerte que sea una clave en función de los caracteres. Si solo se emplean minúsculas el riesgo es más alto.
Fuente: OSI