Resulta casi obvio hablar de la importancia que tiene el suelo a la hora de cultivar hortalizas. Es uno de los factores clave para que los cultivos tengan calidad y las cosechas no sean infecundas.
A grandes rasgos todo suelo destinado a producir hortalizas como puede ser una huerta o invernadero deberá: ser profundo y mullido, fácil de trabajar, tener buen drenaje, retener nutrientes y ser rico en minerales.
Espacioso y aireado
Se necesita profundidad porque cuanto más profundo sea el suelo más espacio tendrán las raíces para extenderse. Así, los cultivos podrán crecer más. Piedras, rocas u otros elementos no deben estar en el suelo para no dificultar el crecimiento. Es muy importante también aportar materia orgánica para conseguir un terreno esponjoso y oxigenado.
Buena capacidad para conservar el agua
Encontrar el equilibro perfecto para el agua es otro punto fundamental. Hay que evitar suelos arenosos muy secos y aquellos que no retengan el agua. Si el suelo está demasiado tiempo sin agua se pueden pudrir las raíces.
Rico en nutrientes
Son los suelos arcillosos los que mejor retienen los nutrientes. Una forma de aumentar estas sustancias es aportando estiércol, compost o turba. En cuanto a los nutrientes minerales indispensables destacan: nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, azufre, magnesio, hierro, zinc, manganeso, boro, cobreo, cloro y molibdeno.
Valores del pH
Tiene que estar entre el 5,5 y el 8. El 80% de los suelos alcanza ese pH por lo que lo más probable que solo tengas que preocuparte de comprobarlo.
Fuente: Ecología Verde