Los parasoles son objetos utilizados masivamente, especialmente durante los meses de calor. Su bajo precio y el alto stock disponible en múltiples tiendas hacen que sea un complemento perfecto para nuestro vehículo.
Estacionado o en movimiento, existen diversos formatos y materiales para cada superficie interior: protección del salpicadero, de los asientos traseros… Parasoles con motivos infantiles para los más pequeños de la casa, plateados, de publicidad, cortinillas… El objetivo es el mismo: impedir o reducir la incidencia solar y conseguir mantener un ambiente fresco.
Pero, ¿qué es más recomendable: parasol o lámina solar?
Razones para decir adiós a los parasoles
Las láminas solares son, en todos los casos, más prácticas que sus contrarios. Estas llevan inherente un sinfín de ventajas que, aunque las cortinas, por ejemplo, pueden tratar de imitar, nunca llegarán a reproducir con exactitud.
- Seguridad: ya se ha hablado con anterioridad sobre el aumento en la seguridad, dificultando los robos y, además, protegiendo ante la rotura de cristales.
- Ahorro: gracias a la acción de las películas autoadhesivas, que además se encuentran disponibles en varias tonalidades, es posible controlar la temperatura del interior del coche. Por ello, el consumo de aire acondicionado se reduce; y no solo hablamos de ahorro económico, sino también en cuestiones de salud. Nada de contrastes bruscos entre el interior y exterior.
- Intimidad: si bien es cierto que una cortina bien instalada protege de miradas indiscretas, no así los parasoles que, por ejemplo, se colocan en las ventanillas traseras. Además, basta con no reparar en un pequeño hueco no cubierto por la tela para que nuestros enseres y nuestras acciones sean visualizadas.
- Practicidad: si tienes hijos y/o mascotas, disponer de cortinas puede suponer vivir varios acontecimientos pocos deseados durante la condición. A ello se le suma la suciedad que pueden acumular.
- Duración: el menor coste de los parasoles o cortinas es indiscutible. Sin embargo, su durabilidad no es similar. En ocasiones, compensa más apostar por la calidad.