Hoy en día es lo más habitual, incinerar un cuerpo es una práctica corriente y muy extendida. La cremación no es reversible, así que antes de empezar hay que asegurarse que todo está en orden. Primero se necesita un certificado de defunción y el permiso del forense, ya que una vez reducido a cenizas, cualquier prueba habrá sido eliminada. También debe estar un miembro de la familia como testigo del proceso.
Durante ese proceso se deben retirar todos los dispositivos médicos metálicos (empastes, tornillos, marcapasos…) ya que el fuego no podrá quemarlos.
La cámara de incineración está forrada con un ladrillo industrial capaz de soportar temperaturas entre 750º y 1000º. Solo se puede quemar un cuerpo de cada vez.
Entonces el cuerpo y el ataúd son expuestos a columnas de fuego, el ataúd arde primero, junto con el cuerpo que evapora todo el agua restante, empieza a arder el pelo y la piel, luego los músculos, los tejidos blandos se convierten en polvo y los huesos se carbonizan.
Luego el esqueleto se introduce en una máquina centrifugadora junto con 4 bolas de acero que deshacen los huesos por completo, todo el proceso dura entre 2 y 3 horas, dependiendo del peso y el tamaño del difunto.
Cuando el cuerpo ya está reducido a trozos de hueso y polvo, se deja enfriar para pasarlos por una bandeja imantada para retirar cualquier resto metálico que aún pudiera permanecer.
Por último, las cenizas se introducen en una urna.
Fuente:rolloid.online
