Cuando mueren los padres, nada vuelve a ser igual. No volveremos a sentir sus abrazos, sus besos o sus palabras de aliento y la vida, se vuelve más dura ya que su cobijo no está a nuestro lado.
¡Nunca estás preparado para un despedida para siempre!
No es fácil afrontar la idea de que no los volverás a ver y que no podrás disfrutar de su compañía nunca más. Nadie está preparado para afrontar la muerte de sus padres aunque hayan llegado a los 100 años, el tiempo nunca es suficiente para estar al lado de las personas que realmente queremos. La muerte de los padres nunca se supera totalmente, como mucho se asume y se acepta, pero nunca se supera.
Si la muerte es por causa natural, puede ser más fácil de aceptar aunque siga siendo dolorosa, pero cuando la muerte es por un accidente, o por una larga enfermedad, o a manos de un asesino, es mucho más difícil de asimilar.
¡Una parte de nosotros se van con ello!
Cuando mueren los padres, no solo se van ellos, se va una parte de nosotros. Los mejores recuerdos, su amor, sus palabras y momentos vividos que ya no volverán. Se echan tanto de menos que duele el corazón.
No pesamos que ese día llegará y hacemos nuestra vida sin pensar en que un día ya no estarán. Por eso disfruta del tiempo a su lado, deja que tus hijos disfruten de sus abuelos y se llenen de sus valores y de su cariño. Recuerda que el amor de los abuelos no se repite en la vida y para tus hijos es importante mientras tus padres estén vivos.
Cuando tus padres se marche, será necesario superar las fases del duelo para poder vivir tu vida teniendo a tus padres en tu corazón. Su cuerpo se marcha pero su alma se queda junto a ti.
“Cierra los ojos y notarás a tu lado su energía aunque no puedas verla”
Fuente: www.etapainfantil.com
