Este pueblecito de Estados Unidos, cuenta con 1.600 habitantes vivos y un millón y medio bajo tierra, situado a 15 kilómetros al sur de San Francisco, cuenta con 17 cementerios, 16 para personas y uno para animales en sus 570 hectáreas.
La infracción de tráfico que se castiga con una multa más alta es adelantar o colarse en un cortejo fúnebre. Todo está pensado en este pueblo para preservar y proteger a los muertos. Cuando se pasea por sus calles, lo que más llama la atención son las hileras de lápidas situadas a ambos lados de la carretera colocadas sobe unos preciosos terrenos de pasto.
Desde el 26 de marzo de 1900 no se permitirán más entierros en la ciudad y condado de San Francisco. A mediados del siglo XIX, con la fiebre del oro habían llegado cientos de miles de personas a San Francisco y con ellas llegaron enfermedades que aumentaron la mortalidad. En 1880, los 26 cementerios de la ciudad estaban llenos y los propietarios necesitaban buscar nuevos lugares para enterrar a sus muertos, lo que hizo que Colma fuera el destino elegido, estaba cerca de la ciudad, de fácil acceso y tenía una gran superficie de tierra disponible.
En 1912, el alcalde de San Francisco, emitió una ordenanza el 14 de enero de 1914, por la que se decretó le desentierro de todos los cuerpos y su traslado a otro lugar, en este caso Colma en donde se reubicaron 150.000 cadáveres.
En San Francisco quedaron sólo dos cementerios, uno para veteranos en Presidio y otro en la Misión Dolores.
En el cementerio de Colma descansa el beisbolista Joe DiMaggio, el empresario Levi Strauss, el gobernador Edmond Brown, políticos varios, magnates, estrellas del deporte, militares, artistas y algún preso de Alcatraz.
El cuidado de estos cementerios es exquisito y se divide en distintas filiaciones: cinco no tienen denominación específica, cuatro son judíos, dos chinos, uno japonés, uno serbio, uno griego ortodoxo, uno italiano, uno católico y uno para animales llamado Pet’s Rest.
Fuente:bbc.com