Los científicos siempre sintieron curiosidad por el maravilloso poder que tiene la música sobre el cerebro humano. Cuando se escucha una melodía, ésta es capaz de provocar recuerdos y emociones, incluso obligar al cuerpo a moverse a su ritmo.
La música, además de activar las áreas motoras del cerebro, también actúa sobre las áreas emocionales, de la atención o de la memoria.
Los músicos profesionales tienen un cerebro diferente a las demás personas, tienen más cantidad de fibras nerviosas que conectan sus dos hemisferios.
Tocar un instrumento requiere la utilización de habilidades motoras controladas por los dos hemisferios del cerebro, combinando la precisión lingüística y matemática (lado izquierdo) con la parte creativa (lado derecho).
Los neurocientíficos, creen que los aspectos estéticos y artísticos de tocar un instrumento, son diferentes a cualquier otra actividad que requiera tantas horas de práctica.
El tocar un instrumento obliga a utilizar casi todas las áreas del cerebro córtex visual, auditivo y motor, al hacerlo de forma repetitiva, las funciones del cerebro se fortalecen.