Llegar a una edad avanzada, conlleva un deterioro que exige una protección y un cuidado de nuestros mayores que requiere de mucho cariño y paciencia. Entonces nos toca abrazarlos, darles de comer, acariciarlos y cuidarlos…, pasamos a ser el bastón de su alma y recordamos el afecto y la calidez que ellos nos han brindado toda la vida.
Compartir ese momento con nuestros padres, es compartir la necesidad de afecto y también de alguna manera simboliza el principio del adiós, es sostener algo que nos hizo crecer y que nos dio la vida, con la misma fuerza con la que se está despidiendo.
En algún momento perderá la memoria o el hilo de la conversación, entonces dale tiempo para que recuerde, ayúdale cuando no pueda comer sólo, o levantarse o simplemente ir al baño, ten paciencia, recuerda todo el tiempo que ellos han estado enseñándote a hacer lo mismo que ahora necesita que les ayudes.
Quiérelos mucho cuando sean viejitos, siguen siendo los mismos que te cuidaron a ti, permíteles que puedan morir en paz. Recuerda que es una oportunidad para devolver todo el amor que te dieron durante toda la vida.
Aunque pensemos que la vejez y la última etapa de la vida es algo negativo, no es así, existen varias razones que nos ayudan a pensar que es una etapa bonita e indispensable para elaborar el duelo. Cuando llegue el momento de la muerte de nuestros padres, nos convertimos en padres de nuestros padres.
Fuente: lamentemaravillosa.com