Si hace apenas dos décadas la principal preocupación de los progenitores se basaba en la ingente cantidad de horas que sus hijos pasaban delante de la primera PlayStation, ahora el problema, como las tecnologías, ha evolucionado. Nuevas demandas sociales, nuevos hábitos de consumo, nuevos productos en el mercado. Y, es que, en materia de videojuegos, la realidad virtual ha llegado para quedarse.
Cada vez son más las compañías que se lanzan a esta carrera tecnológica. Nuevos juegos, nuevas funcionalidades y, no podía ser menos, nuevos efectos secundarios derivados del uso de las gafas VR. Entre la pantalla de estas y nuestros ojos se encuentran las lentes de cristal que permiten, en principio, enfocar cada imagen —una por cada ojo—. Pasamos de una visión binocular a percibir una imagen distinta por cada ojo.
Además de los mareos y las náuseas, los ojos son los que más sufren, ya que soportan todo el peso del entretenimiento. Pero si le sumamos las posibles afecciones que ya padecen muchos usuarios —miopía, hipermetropía, astigmatismo, etc.—, la situación se agrava. Si se desea disfrutar al máximo de la experiencia, será necesario colocarse las gafas graduadas o lentillas que se usan en el día a día más las de VR, lo que incrementa la molestia.
Las imágenes en 3D, además, producen vista cansada, ya que nuestra visión debe trabajar más al tener la pantalla tan cerca. La resolución y la tasa de refuerzo en cada uno de los ojos pueden causar desenfoques de visión nada agradables. Si se desea evitar el ojo seco, una alteración producida en la superficie de la córnea, se debe descansar de forma regular.
Un aspecto a mejorar en estos lanzamientos está relacionado con la capacidad de distinguir la distancia entre los objetos. El engaño al cerebro pasa por el engaño al ojo, meta que no siempre se logra.
Cabe mencionar que algunos dispositivos como HTC Vive, Oculus Rift o PlayStation VR, entre otros, cuentan con pequeñas ruedas que permiten alejar o acercar la lente; pero no todos permiten ajustar cada una por separado, lo que deja en el aire la solución si contamos con dioptrías diferentes en cada ojo.
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